Domingo, 15 de julio de 2013, 19,45 de la tarde.
Hace tan solo unas pocas horas que mi avión acaba de aterrizar en Madrid. Hace
apenas 24 horas, me encontraba en Londres, pegado a la valla que separa el
público del escenario de Hyde Park, nervioso, ansioso y excitado a falta de
pocos minutos ya para que diera comienzo el último concierto, por el momento,
del 50 & Counting Tour de los
Rolling Stones.
Una
vez más, seis años después, vuelvo a encontrarme con ellos, y en cierta manera
conmigo mismo, con mi historia, con todo lo que ellos han significado en mi
vida, personal y profesionalmente hablando. Una vez más, revivo todas las
emociones, sensaciones, afectos, contrastes, recuerdos, todo lo que supone para
mi un concierto de los Stones. Esta vez, una experiencia muy, muy singular,
cargada de relevancia histórica y muy emotiva: El histórico escenario de Hyde
Park, donde Mick Taylor debutó con ellos en julio de 1969 en el homenaje
póstumo a Brian Jones y una fecha, 13 de julio, la fecha final de las tres
únicas actuaciones en Inglaterra este año dentro del 50 & Counting Tour, exactamente un año y un día después de la celebración
pública del 50 Aniversario de la primera actuación de su historia. Fecha
inolvidable para mi, por cuanto ese día, ese 12 de julio de 2012 tuve la
inmensa fortuna de realizar y presentar un maratón radiofónico dedicado a los
Stones en mariskalrock.com Radio, en donde gracias al buen hacer de Alberto
Cañas –ahora estrella veraniega de Rock FM- tuve la inmensa satisfacción de
anunciar en primicia que los Rolling Stones habían anunciado en esa
comparecencia pública que habría actuaciones en 2013 e incluso antes, a finales
de año, como exactamente sucedió.
Como
me ocurre siempre con los Stones, por diversas cuestiones de trabajo,
familiares, económicas, etc. estuve a punto de no poder ir a Hyde Park. Pero
cuando estaba casi a punto de tirar la toalla, surgió mi angel de la guarda
ciego – como el de Keith en Toronto- y tan solo dos semanas antes, conseguía
poder ir a Hyde Park. Os voy a confesar una sensación que tuve ese dia, cuando
llegué a casa de noche. Tras un día lleno de nervios, tensión, gestiones a
contrarreloj, cuando finalmente todo quedó organizado para poder ir al
concierto, como de costumbre, ya tranquilo, en mi estudio, para relajarme, me
serví un bourbon, puse Exile On Main
Street, encendí una pipa de hierba y me estiré en la butaca, mientras
sonaba de fondo “Torn And Frayed”. Tengo en ese estudio un poster de Keith
Richards de 1975, en el que mira a la cámara con un gesto muy típico suyo,
entre socarrón y amenazante, sujetando un cigarrillo entre sus labios, que
muchas veces pienso que me mira él, más que mirarlo yo. Esa noche, os aseguro
que tuve esa sensación, como si Keith me estuviera diciendo… “pequeño capullo… con todo lo pesado que
eres con los Stones ¿es que no vas a venir a vernos en nuestro concierto de 50
aniversario? Venga, espabila, que voy y te doy…”
Viernes, 12 julio, 16,55 de la tarde. Aterrizo en Heathrow y
lo primero que siento es una sensación realmente reconfortante. Ya en el mismo
vagón de metro que me lleva desde el aeropuerto a Elephant & Castle, donde
me alojo, siento como flota en el ambiente la esencia Stones que va inundar la
capital británica todo el fin de semana. Llevo una camiseta de la gira de A Bigger Bang y me cruzo con mucha gente
con camisetas de los Stones… de inmediato, se establece un clima de
cordialidad, de complicidad. Pulgares hacia arriba, el típico Will you go tomorrow to the show? Y el
inevitable My god, sure man! Incluso alguno me pregunta por mi anillo de
calavera, réplica del que usaba Keith en los 80. La ciudad huele a Stones, se
nota que los Stones estan allí. Es un Londres distinto. Es la misma sensación
que sentí cuando les vi por primera vez en Wembley en julio de 1995, en la gira
del Voodoo Lounge. Todo impregna
música, actitud, sentimiento Stone.
Esa
misma noche, coincido con un alma gemela, con un stoniano genuino que aunque no
he coincidido muchas veces en persona con él, es para mi ya como un hermano:
Jordi Güell, uno de los coleccionistas más afamados de los Stones en Catalunya
y en todo el mundo, y destacado colaborador de mi libro Los Rolling Stones en España. Quedamos para cenar en el Sticky
Fingers Café, y allí conozco a Conchi, su encantadora mujer, y a muchos nuevos
amigos, como yo, “enfermos” de los Stones, procedentes de México, Argentina,
una simpatiquísima austriaca, Susan, afincada en Paraguay… todos recordamos, en
un ambiente cordial, amistoso, entrañable, nuestras anécdotas con los
Stones,
los conciertos que hemos visto, nuestras vivencias…momentos que ya quedan para siempre
en mi memoria, más aún cuando veo que en una de las paredes del local hay
enmarcado un gran cartel del historico Tour
Of Europe’76. Como podeis ver, no me resisto a fotografiarme junto a la
imagen que inundó Barcelona en
junio de 1976, la única vez que por razones obvias, no ha visto a los Stones en
España (o mejor dicho, en Catalunya).
Sábado, 13 julio, 6.00 de la mañana: a la primera señal
acústica que emite el despertador mi iphone, salto de la cama y tras una ducha
vertiginosa, emprendo camino a Hyde Park. Llego a las inmediaciones del
concierto alrededor de las 6.45, y ya me preparo para estar en la primera línea
de ataque para coger la primera fila. Durante esas 6 horas hasta que se abre la
puerta general de acceso, como siempre, hago nuevos amigos, conozco gente que
ha venido a Londres desde Alemania, desde Francia, Italia, mucha gente también
desde España, muchos latinoamericanos… Y por fin, se abren las puertas: carrera
vertiginosa, y tras correr como locos, alcanzo la primera fila. Objetivo
cumplido.
Llama
la atención un hecho que me había pasado inadvertido, y que en cierto modo, explica
la singularidad de estos conciertos de Hyde Park. En realidad, no son
conciertos del grupo propiamente dichos. Entiéndase bien: al igual que en el
caso del Festival de Glastonbury, los Stones tocan dentro de un programa de
conciertos, en este caso el que se organiza cada verano la promotora British
Summer Time en Hyde Park, rememorando los míticos festivales de finales de los
60 que se celebraban en este emplazamiento con grupos como Pink Floyd, Traffic,
Cream, etc. y por tanto, el stage no es ni mucho menos al que estamos
acostumbrados. A pesar de que en estos conciertos las pantallas led nos acercan
a los Stones con una precisión y una alta definición realmente impresionante,
lo cual estoy seguro que agradecen muchos de los que no se pueden acercar a las
primeras filas, la producción de stage, el personalidad de seguridad, me da la
impresión que no es la del equipo habitual que acompaña a los Stones en las
últimas giras, sino que es la de British
Summer Time. Me sorprende incluso no ver, como es habitual, en el foso de
fotógrafos, a Jane Rose, el alter-ego de Keith. Es como cuando en 1969,
Blackhill Enterprises contrató a los Stones en cierto modo bajo unas
condiciones previas, amoldándose los Stones a la forma en la que esta empresa
organizaba los conciertos.
Llama
incluso la atención, que en el mismo recinto donde se celebra el concierto, hay
todo un parque de atracciones con montaña rusa, helter skelter, carruseles,
norias… bien ¿por qué no? Es verano, de hecho estos dias de julio están siendo
los más calurosos que se recuerdan en Gran Bretaña en más de 20 años, y Hyde
Park no deja de ser un parque público. Tiendo inclusive a pensar que tambien
fue así en 1969 -esto debería
corroborármelo Julio Muñoz El Chino
de Festimad, unico español que conozco que estuvo viendo a los Rolling Stones
en Hyde Park en 1969, exiliado en Londres huyendo de la represión franquista-
Ya
situados estratégicamente, empieza la tradicional larga espera. Londres, que es
una ciudad cuyo verano suele ser corto, húmedo y lluvioso –como el de mi
Asturies - vive hoy, 13 de julio, records históricos de altas temperaturas. El
sol luce en Hyde Park como si estuviéramos en la costa del sol española, y la
temperatura llega a alcanzar alrededor de las 6 de la tarde los 39 grados. De
hecho, en esas largas horas de espera, en más de una ocasión rememoro mi
inolvidable 7 de julio de 1982, en aquella tórrida tarde-noche de Madrid en el
Vicente Calderón, mi primera noche con los Stones, donde el calor sofocante
llegaba a extremos insoportables. En Hyde Park, la organización, eficiente,
profesional, y dedicada a buscar la comodidad de quien ha pagado una entrada
–bastante cara- se afana en repartir constantemente vasos de agua entre la
gente de las primeras filas, e incluso hasta reparte protectores solares para
evitar las presumibles quemaduras. Y todo ello con un tono amable, amistoso,
correcto, evidentemente muy british…
¿cuándo se conseguirá en España que los servicios de seguridad de un concierto,
en lugar de ser en más de un caso una panda de macarras mlaencarados y
provocadores, o ex terroristas albano-kosovares sean gente interesada en no
crear tensión, en colaborar, en entender…? En eso, Inglaterra nos lleva miles
de kilómetros y de años de ventaja.
Recordando una vez más ese inclemente sol, y ese calor
asfixiante, imagino… ¿y si de pronto cayera una tormenta de verano como la del
82 en Madrid, y aparecieran los Stones dentro de una nueva danza de lluvia
mágica ..? pero, esta vez Dios no esta dispuesto a dar a Keith las luces de
aquella histórica velada en el estadio del Atlético de Madrid.
Lenta
pero inexorablemente, el reloj se acerca a las 20,25, hora en la que comienza
el concierto. Curiosamente, suenan por la megafonía “Purple Haze” de Jimi
Hendrix y “Cocaine” de Eric Clapton… ¿elección de Keith?
Como
siempre, en medio de los nervios, la tensión, la ansiedad, llegan las 20.25
pasadas, las pantallas Led se apagan y cuando se vuelven a encender, aún con
luz natural, aparece la inmensa nueva lengua-logo de los Stones del 50
Aniversario… ¡YA!
¡Es,
por fin, el momento esperado! Igual que en junio de 2007 en Barcelona, en el
momento en el que aparece la gigantesca lengua en las pantallas Led y acto
seguido, las imágenes del concierto de Hyde Park de 1969 con el “Let´s Spend
The Night Together” original como fondo musical, todo Hyde Park estalla… y el
estallido se convierte en ORGASMO total, bestial, incontrolable, en el momento
en el que Keith pega el primer guitarrazo de “Start Me Up” y Mick Jagger se
lanza sobre el borde del escenario bramando “Wont´you start me up… I’ll never
stop, never stop, never stop!”
¡Waaaauuuuh! ¡SEIS JODIDOS AÑOS ESPERANDO! ¡Por
fin… estoy volviendo a ver a los Rolling Stones en vivo, a Mick, a Keith, a
Ronnie, a Charlie, a Lisa, a Bernard, a Darryl, a Chuck, a Bobby Keys…! Casi no
lo puedo creer… ¡Otra vez, estoy en el cielo! Tras rumores, más rumores,
desmentidos, conformaciones, no confirmaciones, al fín, por fín, todavía con
los últimos rayos de sol cayendo sobre Hyde Park, los Rolling Stones salen a
escena para regalarnos un concierto que será inolvidable por muchos motivos.
Antes
de entrar a analizar como sonó cada canción y como estuvieron los Stones en
cada tema, destacar algunas cosas que me parecen fundamentales: La primera, que
el concierto fue SENSACIONAL. Superó con mucho las expectativas que
razonablemente cualquiera podría esperar. Vimos a unos Stones inmensos,
disfrutando de la actuación, en un estado de forma física espectacular todos
ellos, tocando con ganas y quizá, sabiendo lo crítica que suele ser la prensa
inglesa con ellos, con un extra aún mayor de motivación. El sonido, impecable
–aunque quizá un pelín bajo en alguna fase del concierto- y el espectáculo, más
sobrio que en anteriores giras, pero quizá por ello si cabe, más genuino, más
puramente Stone.
Toda
la banda, repito, esta perfecta. Charlie, como siempre, es un reloj: preciso y
elegante, contundente y suave, marcando el ritmo como un auténtico director de
orquesta. Darryl Jones, haciendo
un derroche de facultades extraordinario, y esta vez, me dio la impresión de
verle mucho más suelto que en otras ocasiones, participando más del show. Chuck
Leavell, igualmente estupendo, Lisa Fischer y Bernard Fowler una vez más
magníficos y en la sección de viento, Tim Ries y Bobby Keys espectaculares…¡que
ovación se llevó Bobby Keys cuando Mick le presentó en la parte intermedia del
show!
Ronnie
y Keith, así como Mick Taylor en las dos canciones que tocó con ellos,
buenísimos, tocando con feeling, con sentimiento, con garra… Keith, que a veces
tarda en entrar en la actuación, esta vez a la mitad del “Start Me Up”, ya se
dirigió a tirar puas a las primeras filas, y al ver el estallido de brazos al
aire y de ovaciones que llenaban el aire según se acercaba al borde del
escenario, no pudo evitar que se dibujase una enorme y sincera sonrisa en su
ajado rostro, curtido por tantos años de duras experiencias.
Pero
esta vez, si hay que destacar a un Stone en especial por la energía inagotable
que derrochó a lo largo de todo el concierto, como vivió la actuación, el
liderazgo que demostró, y como además lo hizo con la chulería, las tablas y el
carisma que le ha caracterizado siempre, ese Stone en Hyde Park fue Mick
Jagger. Líder absoluto del grupo en directo, no solo no ha perdido ni un ápice
de voz, sino que sigue estando físicamente fibroso, elástico, atlético, y
manejó el concierto con un dominio de la situación y de la escena que no puedo
por menos de asombrarme. No sé si esta ha sido la mejor actuación de los Stones
que he visto, -Madrid’82 o Gijón’95 son difíciles de igualar- pero desde luego,
lo que si puedo afirmar categóricamente es que esta ha sido LA MEJOR actuación
que he visto nunca de Mick Jagger al frente de los Stones. Y sabéis que he
visto unas cuantas…
Vamos ahora canción por canción:
Start Me
Up
El arranque trepidante y demoledor de la fiesta. Un
“Start Me Up” duro, fuerte, haciendonos imaginar que lo que se nos viene encima
va a ser tremendo, como así fue. Buenísima
It’s Only
Rock ‘N’ Roll (But I Like It)
El primer latigazo de adrenalina sigue ahí, el
entusiasmo por parte de grupo y público es desbordante y ello se refleja en un
“It´s Only Rock’n’Roll” en el que mientras en los Led aparecen imágenes de
Chuck Berry, Muddy Waters o Bob Dylan, los Stones atacan esta versión con la misma
fuerza que “Start Me Up”, y Mick la canta con tal energía y le echa tal fuerza
que más que animar a la gente, les mira y les grita casi como echandoles la
bronca, como diciendo “¡Vamos, coño! ¡Que esto es rock´n´roll!”
Tumbling
Dice
Es recibida con una ovación impresionante. Por lo
que sea, es una canción que gusta mucho al público ingles –o internacional,
pues en Hyde Park habíamos españoles, catalanes, argentinos, vascos, franceses,
alemanes, de todas partes del mundo- y el entusiasmo con el se recibe me da la
impresión que sorprende a los propios Stones. Keith la disfruta, la goza, se le
nota muy inspirado en esta canción
y a mi, que es una las piezas maestras de mi álbum favorito, la disfruto nota a
nota. Emocionante el piano de Chuck Leavell en este tema.
Emotional
Rescue
¡Jagger la cantó en falsete! Tal y como la grabó en
el verano de 1979 en París, “Emotional Rescue”, una canción que nunca antes de
esta gira habían tocado en directo, suena genial. La aceleración de los tres
rocks del principio remite un poco para hacer un medio tiempo en el que además
de un Jagger excelso como cantante, el bajo de Darryl Jones cobra el
protagonismo total en esta interpretación, a la que le dan un groove
sensacional.
Street
Fighting Man
Esta fue la canción votada por los seguidores de
los Stones a través de la App para Iphone y tablets… yo voté por “Rocks Off”, y
crucé los dedos hasta el final para ver si al final la tocaban, pero em
cualquier caso, “Street Fighting Man” suena, rabiosa, dura… incluso diría que
Mick la canta un tono por encima. Y Keith ataca el riff con una dureza propia
de un grupo de Heavy Metal. Otro momento inolvidable de la noche.
Ruby
Tuesday
Momento romántico y en el que bajan el pié del
acelerador… ya se esta haciendo de noche, y supongo que muchas parejas se
besarían y se abrazarían en ese momento, en el que el color del cielo al
anochecer se funde con las luces del escenario. Cerca de mi, veo a otra
muchacha que esta en la primera fila llorar de emoción, y como en otros momentos
del show, como ahora, cuando lo recuerdo, se me hace un nudo en la garganta. Deliciosa,
cálida y maravillosa la guitarra de Keith en este “Ruby Tuesday”.
Doom and
Gloom
Un tema que espero sinceramente que dentro de unos
años, esté en la categoría de clásicos de los Stones. Desde la primera vez que
lo escuché, me dije: este es para tocar en directo, como lo fuera en su día “Don´t Stop”. Y es unas de las
interpretaciones estelares de Mick Jagger, se recorre todas las pasarelas, se
lo baila… ¿quién será capaz de decirle que no a esa pregunta del estribillo de
“Baby Won´t You Dance With Me?”
Paint It
Black
Aquí baja un poco el ritmo del concierto. Me da la
impresión de que la tocan algo más despacio de lo normal, y si Mick en “Street
Fighting Man” Mick subió hasta el tope, aquí aseguraría que bajó por lo menos un
tono. Muy buena, pero si lo comparo con el “Paint It Black” de Santiago de
Compostela en el 99, sale ganando aquel.
Honky
Tonk Women
En este tema me fijo especialmente en Charlie.
Todavía flipo cuando le veo tocar y parece que se esta riendo por lo bajo.
¡Como marca el tiempo, como lleva el ritmo, que fiera…! Este “Honky…” también
lo hacen un poco más lento, un poco al estilo del Love You Live y las 65.000 palmas en el aire chocando le dan una
dimensión única. Gimme the honky tonk
blues…
You Got
the Silver
Llega el momento de Keith, y con esta canción, la
anécdota de la noche. Hacia la mitad de la canción, Ronnie se equivoca y hace
equivocarse también a Keith… éste sonríe, pero la mirada que le lanza a Woody
es de las que hacen que desees que te trague la tierra en ese momento. En la
siguiente estrofa, Keith canta irónicamente, mirando a Ronnie: “You Got The
Silver, You Got The Tone” es decir, “Ronnie,
joder, ¡dame bien el tono!” . Son Ronnie y Keith, ¿Qué os voy a decir? Se
adoran, pero se tiran los trastos a la cabeza en cada concierto. Hyde Park no
fue una excepción.
Happy
Feliz. Felicidad. Esa es la única sensación que
puedo expresar cuando noté la satisfacción, la felicidad, el placer que el
propio Keith nos tranmsmitía cuando tocó este “Happy” –en el que por cierto,
¡se equivocó otra vez!- en el que apenas podía disimular la emoción que le
recorría. En momentos como este es cuando te das cuenta que cuando Keith
Richards afirma que necesita el escenario por que no puede vivir sin tocar en directo,
dice la verdad. Su sonrisa, el brillo de sus ojos, y el saludo final chocando
sus puños en sus cojones, sus pecho y su cabeza, otro momento impagable. Keith,
viejo pirata, rockero indomable, hermano, maestro… eres único. Eres el puto
amo.
Miss You
Personalmente llevo años deseando que se carguen
“Miss You” del repertorio, pero parece que no hay manera. Nueva exhibición
atlética de Mick en una versión quizá demasiado larga y que no será para mi de
los mejores momentos del show.
Midnight
Rambler
Como me ocurre siempre que los Stones atacan este
tema, que lo confieso sin reservas, es mi favorito de toda su trayectoria, no
lo puedo evitar, me vuelvo loco. Y encima, hacen mi “Midnight Rambler” con el
gran Mick Taylor como invitado de honor en el mismo escenario en el que
debutase como un Stone en 1969. Sencillamente bestial. Hyde Park estalla, Mick
la canta con una fuerza espectacular y entre los tres guitarristas, Ronnie,
Keith y Mick Taylor, fluye verdadera magia. Los tres se compenetran a la perfección,
y el solo que hace Mick Taylor en la parte intermedia es inenarrable. El
estilo, la clase, la maestría que tiene Mick Taylor tocando blues resurge en
una canción que lo reivindica como un maestro de la guitarra al que los Stones
siempre deberán mucha de su grandeza. Y en el crescendo final, los tres
guitarras a toda velocidad y a toda potencia, con todo el grupo en un orgasmo
de rock trepidante y Mick, que como en todo el concierto se deja la piel en
escena, esta vez de nuevo se deja la garganta como en “Street Fighting Man”. No
salgo de mi asombro. Con 69 años, está mejor todavía que en la gira de ‘A
Bigger Bang’.
Gimme
Shelter
Este es el momento de Lisa Fischer. Exhuberante,
lasciva, como una Tina Turner heavy, su prodigiosa voz nos pone la piel de
punta. Aquí Mick se reserva algo más, y Ronnie es quien lleva el peso de la
canción. Pero es que la siguiente es…
Jumpin’
Jack Flash
¡Wuau! Keith golpea su guitarra con el riff de
“Jumpin ‘ Jack Flash” y vuelve a producirse una de las ovaciones más estruendosas
de la noche. Si en “Gimmie Shelter” habían bajado un poco el pie del acelerador,
ahora contraatacan con una fuerza tremenda. Keith recorre las pasarelas, nos
tira púas, Ronnie hace lo propio, la fiesta es total… ¡Dios, que esto no acabe
nunca!
Sympathy
for the Devil
Y la fiesta sigue con el “Sympathy For The Devil”
más sensacional que les recuerdo desde Barcelona’98, otro de los conciertos que
con más fuerza se han quedado grabados en mi memoria. Charlie marca el ritmo
con una maestría inigualable, Mick, envuelto cual cuervo en un plumaje negro
vuelve a envolvernos a todos en un hechizo irresistible y cuando se acerca a
Chuck Leavell y a Charlie para indicarles que den una última vuelta y terminen,
el griterío es ensordecedor.
Brown
Sugar
Como si hubiesen guardado gasolina de reserva para
el final, otra vez todos, Charlie, Keith, Ronnie, Mick, Bobby Keys, se lanzan
frenéticos a un estallido de puro rock stoniano que suena a Rolling Stones cien
por cien, y en el que me da la impresión de que la tocan a más velocidad, más
acelerada. Tras un final apoteósico, se retiran del escenario, pero pronto van
a volver…
You Can’t
Always Get What You Want
Un coro completo hace la intro de esta histórica
canción, que cuando suena de nuevo vuelve a evocar recuerdos, sensaciones,
sentimientos... Excepcional en esta interpretación el piano eléctrico de Chuck
Leavell.
(I Can’t
Get No) Satisfaction
Vuelve Mick Taylor al escenario, y ahora ya sí que
llegamos al final con un fin de fiesta que como no podía ser de otra forma, es
“Satisfaction”, envuelta en la lluvia de confetti, con toda la banda a tope,
Mick saltando, corriendo y bailando como si acabara de empezar la actuación,
Ronnie y Keith despidiéndose ya de las primeras filas, y al terminar, todos
juntos en el escenario en el saludo final, en un primer momento con toda la
troupe, después los cuatro solo con Mick Taylor –le reconocen los galones de la
etapa 1969-1974- y al final, Mick,
Keith, Ronnie y Charlie. Monumental castillo de fuegos artificiales, abrazos
entre todos ellos –especialmente caluroso el abrazo entre Keith y Charlie- y
una inmensa lengua stoniana en los led que nos da las gracias por todos estos
años de apoyo y que nos desea feliz regreso a casa.
Cuando
acaba un concierto de los Stones, para mi es como cuando acabas de hacer el amor,
y además has tenido uno esos polvos salvajes, de gritar, de morder, de arañar,
de saltar, de acabar bañado en sudor, vacío pero lleno, pleno de satisfacción,
de felicidad… siempre lo digo, es un orgasmo que dura dos horas. Poco a poco
vuelvo a la realidad. La noche en Londres es preciosa, y antes de coger el
último metro a Elephant & Castle, aún daré un largo paseo por las calles
londinenses para asimilar todo lo que he visto, para empapaprme, para
impregnarme bien de todo el ambiente Stones que esa noche de sábado llena la
City.
No
solo el concierto ha estado a la altura de la profesionalidad que los Rolling
Stones tienen que dar cada vez que se suben a un escenario. Una vez más, hemos
tenido la inmensa suerte, la inmensa fortuna, el inmenso privilegio de vivir la
historia del rock. Ver a los Stones, es ver a leyendas vivas, a músicos,
artistas y espíritus que son la encarnación viva de una forma de arte y de
cultura, de una filosofía de vida, de una manera de vivir que cambió el mundo, que
marcó el destino de generaciones enteras en todo el mundo y que en mi caso, ha
marcado, para bien o para mal, mi vida profesional y personal.
También os confieso una cosa. A pesar de que he disfrutado
con locura de este concierto, he conocido gente que ya son nuevos amigos de la
familia Stones –Jorge, el pelado argentino, Alfonso de Ecuador, Rainer, “el
loco alemán” y muchos más- he echado mucho de menos a mi otra familia Stoniana.
Os aseguro que me acordé todo el día de Germán Gómez, ese coleccionista de
Barcelona “enfermo”, como yo con quien viví momentos inolvidables en la gira de
A Bigger Bang, de la cuadrilla de Bilbo, con Imanol, Santi, por supuesto de mi
primo –en realidad, primo carnal, pero hermano Stone- Juan Caveda, como no de mi otro hermano Stone, Kiko, e Isaac, Joel y toda la colla gironina del
Bones Stones, de Félix, que estaba allí, en Hyde Park, aunque no le puede ver
al final… -también de ti, esquiva y amada
mujer de las nieves… - aunque os aseguro una cosa: después de ver este
concierto, lo del 50 And Counting es
verdad…los Stones no van a parar aquí. Y nos reencontraremos todos, como
siempre, en la cola de un próximo concierto. Creedeme, al tiempo. Y a no tardar
mucho.
Los
Stones, siempre los Stones…
2 comentarios:
Que grande eres Mariano, no se puede escribir mejor, estoy seguro que si te lee una persona al que no le gusten los Stones terminara gustándoles después de leer tus vivencias con los Rolling. Joder que envidia me das, has conseguido que me emocione y me sienta como si estuviera allí. ME ALEGRO que los disfrutaras, gracias por acordarte de los que no pudimos estar allí y como bien dices espero que pronto nos podamos encontrar en la cola de un próximo concierto.
Un abrazo de Santi.
Han pasado varios meses de este espectacular concierto, realmente inolvidable.El tiempo hizo lo suyo y permitio que encuentre tu blog y pueda leer tus excelentes descripciones de lo vivido alli!
Te felicito!
Abrazo!
Jorge el pelado argentino!
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