La fotografia, tomada por
Bob Gruen en 1973, representa uno de los momentos más surrealistas de la
historia tanto del rock como del arte conmtemporáneo: Dos artistas
iconoclastas, provocadores, rupturistas cada uno en su ámbito, representando
una suerte de coronación ritual: el pionero del surrealismo en los años 20,
bautizando con una escultura del cerebro del segundo, al máximo exponente del
rock melodramático y surrealista de los años 70, Alice Cooper. El bautismo de Salvador
Dalí como Rock´n´Roll Superstar.
Artista cuya genialidad
entró en más de una vez, y en ocasiones durante prolongados periodos de tiempo
en los más tenebrosos terrenos de la locura, uno de los más grandes pintores de
la historia contemporánea, Salvador Dalí, murió hace ahora 25 años en la
localidad catalana de Figueras, donde residió desde 1949. De personalidad tan
irritante como histriónica, contradictoria en extremo y fascinante para muchos
historiadores del arte y de la cultura, fue un artista multidisciplinar que a
pesar de ser especialmente conocido como pintor, cultivó la escultura, el
grabado, la escenografía, la literatura, el diseño publicitario y el cine.
Su vida, llena de escándalos, mitos, leyendas urbanas y
boutades propias de quien por otra parte, fue uno de los principales impulsores
del surrealismo como filosofía y que estuvo próximo al dadaísmo, tuvo además un
componente que lo distinguió en nuestro mundo de los demás artistas de la
historia del siglo XX: su singular relación con el Rock´n´Roll.
Aunque tenía aficiones musicales, Salvador Dalí no era
especialmente melómano; se dice que en sus años de juventud, fruto de su
amistad con Luis Buñuel, se hizo muy aficionado al jazz, y desde finales de los
años 50 mantuvo una estrecha relación con el cantautor Paco Ibáñez, por el que
se interesó sobremanera al saber que en sus discos musicaba poemas de Luis de
Góngora y del que fue su gran amigo, Federico García Lorca. Dalí fue el autor
del diseño de portada del disco ‘Paco Ibáñez’ editado por Polydor en 1964, en
el que se incluían poemas de Lorca a los que el cantautor valenciano puso
música. Refiriéndose a esta colaboración, el propio Dalí dijo: “Se
puede decir que he creado la imagen de esta canción (‘Canción de Jinete), con
una sóla mancha de tinta. He tomado tinta china y al hacerlo he dicho: yo firmo
esta cosa de Lorca con su sangre y con la mía. Esta salpicadura es una
salpicadura de sangre. He firmado el disco de Ibáñez con sangre, a la manera
española”.
También se sabe que le gustaba
Wagner, especialmente ‘Tristán E Isolda’ –murió escuchando esta pieza- y hay
quien sostiene que desde finales de los años 60 el rock progresivo de Pink
Floyd también formaba parte de su coleccción de discos en su mansión de Port-Lligat.
Pero la fulgurante entrada de Dalí en el mundo del rock no llegó hasta 1973, el
año en el que conoció al rey del Shock-Rock: Alice Cooper.
Dalí se encontraba en Nueva
York a comienzos de abril de 1973 por asuntos profesionales relacionados con
sus agentes artísticos y galeristas, y alguien le convenció para ir a ver un
concierto de Alice Cooper. Musicalmente se ignora si a Dalí le gustó la música,
pero lo que le fascinó fue todo el espectáculo visual y la impactante puesta en
escena del show: Las serprientes, el montaje visual, la sangre, los números del
escenario… “¡Apocalíptico, decadente y
repulsivo… ¡me entusiasma!” Aseguran que exclamó un alucinado Dalí al
terminar el concierto, y que insistió en conocer personalmente al propio Alice
Cooper. Cuando este supo que un artista de su nombre y su categoría quería
conocerle, accedió y entre ellos surgió una sorprendente amistad y complicidad
teñida de una admiración mutua que ambos siempre se profesaron en público.
Poco tiempo después, Alice Cooper pasó unos días de
vacaciones en la casa de Dalí en Figueras y allí es donde el pintor hizo los
dos famosos retratos de Alice Cooper en formato holograma, “Primer retrato
cromo-holograma cilíndrico del cerebro de Alice Cooper” y “Retrato del cerebro
de Alice Cooper”.
Dalí elaboró una escultura en yeso del cerebro del músico
americano atravesado por un relámpago de chocolate y hormigas que avanzan lentamente
por todas partes. “Esta es mi versión del
cerebro de Alice Cooper” señaló, y a partir de ahí elaboró los dos
hologramas mundialmente famosos. Por su parte, Alice Cooper le devolvió el
favor en 1983, cuando eligió como portada precisamernte para uno de sus discos
más vanguardistas y experimentales, el ‘Da Da’ de 1983, su cuadro ‘Mercado de
Esclavos con Aparición del Busto Invisible de Voltaire’, pintado en 1940 y que
se conserva en la colección Dalí del Museo de Arte de San Petersburgo.
Mas misteriosa y controvertida resultó la relación no tanto
del propio Dalí como de su mujer, Gala con el cantante de rock Jeff Fenholt,
que se dio a conocer como protagonista de la versión norteamericana de Jesus
Christ Superstar a mediados de los años 70 y que llegó a formar parte de un
posible line-up de Black Sabbath a mediados de los 80.
Gala, el alter-ego artístico, musa y gran amor de Salvador
Dalí, es otro personaje sobre el cual existe una gran controversia. Mujer
enigmática, de origen ruso-asiático que vivió en Estados Unidos y en la Francia
de los años 30, existe de ella la visión de una mujer culta, inteligente y
sensible, en la que Dalí encontró el perfecto equilibrio, tanto en lo artístico
e intelectual como en lo emocional, visión que se plasma en su conocida
autobiografía ‘Gala Dalí. La vida secreta, Diario íntimo’ editada por Galaxia
Gutemberg en 2011. De otra parte, no faltan testomonios que muestran a Gala
como una mujer manipuladora, calculadora, perversa, de instintos sádicos, dada
a toda suerte de aberraciones, de voracidad sexual insaciable y ególatra hasta
extremos inimaginables. También se dice que llegó a obsesionarse por el mundo
del ocultismo, el tarot y el espiritismo, que consultaba con frecuencia la
kábala –oráculo del esoterismo judío- y que leía las cartas a Dalí todas las
mañanas.
Es conocido que Gala y Dalí eran en lo sexual una pareja
abierta, y ello explica que cuando Gala conoció a Jeff Fenholt en Estados
Unidos en 1979 –Fenholt acababa de editar un disco en solitario de cierto éxito
llamado ‘Smile’- y siendo una auténtica estrella del espectáculo en Estados
Unidos por el éxito ininterrumpido en el ámbito del teatro musical de ‘Jesus
Christ Superstar’, se sintió halagado por las pretensiones de la mujer de Dalí,
y accedió a irse con ella a Figueres.
Sobre la relación de Dalí y Gala con Fenholt, existe toda
suerte de leyendas urbanas, seguramente reales, pero muy probablemente
exageradas por la fama y la repercusión mediática de sus protagonistas. Desde
supuestos tríos entre Dalí, Fenholt y Gala, a orgías inacabables en las que el
alcohol y las drogas corrían como si del maná se tratase. En su autobiografía,
Jeff Fenholt reconoció que cuando se relacionó con la pareja Gala-Dalí, ya
bebía en exceso y consumía drogas, pero todo indica que el tiempo que pasó con
ellos le hundió más todavía en una espiral autodestructiva en la que asegura
que estuvo muy cerca de encontrarse cara a cara con la muerte. En una
entrevista concedida a Rolling Stone en Estados Unidos en 1989 como “born again christian”, aseguró que Gala “es la mujer más depravada, viciosa,
destructiva y demoniaca que nadie pueda imaginar” mientas que de Dalí afirmó
que “seguramente es uno de los artistas
más grandes del mundo, pero esta completamente loco, vive fuera de la
realidad.”
Entre 1985 y 1986 Jeff Fenholt, después de haber salido de un
largo y duro tratamiento de desintoxicación, estuvo ensayando con Tony Iommi y
llegó a grabar algunas demos para un proyecto que en principio iba a ser un
disco en solitario del guitarrista de Black Sabbath y que posteriormente fue el
conocido ‘Seventh Star’, album que se editó con la denominación de Black
Sabbath Featuring Tony Iommi. El guitarra explica que aunque Jeff Fenholt era
un muy buen cantante, prefirió prescindir de él para ese proyecto porque “creo sinceramente que no estaba muy bien de
la cabeza. Quizá fuera por las drogas, no lo sé, pero el caso es que tenía unas
obsesiones y un carácter propio de alguien que necesita un psiocólogo o un
psiquiatra.” Finalmente, Glenn Hughes fue el cantante que grabó ‘Seventh
Star’.
Curiosamente, en 1984, tras la marcha de Ian Gillan de Black
Sabbath para reformar Deep Purple, la revista Kerrang! anunció como nuevo
cantante de los Sabs a David Donato, vocalista norteamericano que venía de una
banda cuyo nombre era precisamente…Dali. No obstante, y aunque llegaron a
publicarse fotos de promoción de David Donato con Black Sabbath, ese line up no
llegó a cuajar y de hecho Black Sabbath estuvieron de facto disueltos entre
1985 y 1988.
Por su parte, Dalí también tuvo una intensa relación con la
modelo francesa-vietnamita y transexual Amanda Lear, famosa en los años 60 por
haber trabajado en Londres con Mary Quant, Yves Saint Laurent y Coco Chanely
por haber sido pareja ocasional de Brian Jones de los Rolling Stones, David
Bowie y Bryan Ferry de Roxy Music, a través del cual fue la modelo que aparece
en la portada del álbum de Roxy Music
‘Manifesto’ de 1973. Dalí, cuya relación con Amanda Lear fue pública y
notoria, la conoció en un cabaret de la calle Escudellers de Barcelona en 1965.
Otras versiones apuntan a que la conoció siendo todavia un hombre a finales de
los años 50 en Casablanca, Marruecos, y que fue el propio Dalí quien le prestó
el dinero para someterse a una operación de cambio de sexo.
Su relación con él se prolongó hasta finales de los años 70,
cuando finalmente Amanda Lear se casó con un aristócrata francés, y de manera
más o menos esporádica, siguieron en contacto hasta la muerte del pintor.
Amanda Lear aunque probó fortuna en el mundo del soft-rock en 1978 con su álbum
‘Sweet Revenge’, se decantó por el sonido pop-discotequero y de hecho,
consiguió cierto éxito comercial en España en 1979 con su álbum, ‘Never Trust A
Pretty Face’.
La relación de Dalí con el rock se manifestó en otros muchos
aspectos. Marci Pogany, propietario del bar L’Hostal de Cadaqués, e hijo de un
antiguo amigo del propio Salvador Dalí de sus años en París, el director de
fotografía húngaro Gabor Pogany, gran amigo y colaborador de Juan Antonio
Bardem y que trabajó con los directores de cine surrealistas en los años 30,
recuerda lo siguiente: “Durante varios
años, desde mediados de los 70 hasta que Gala murió, Salvador Dalí abandonaba dos
o tres tardes por semana su casa de Port-Lligat, a pie de playa, y se venía
hasta L'Hostal, se sentaba y pedía una botella de cava rosado. Servía una copa,
de la que apenas consumía lo que mojaba con un dedo, y convidaba a los
presentes. Cuando terminaba de tocar la banda de ese día, pedía que sonara
Elvis Presley.”
Conocida la frecuencia con la que Dalí visitaba este bar, y
dentro de aquel ambiente bohemio, libérrimo y cosmopolita que se respiraba en
aquel rincón de Catalunya incluso durante los últimos años del franquismo y la
primera época de la transición, L’Hostal se convirtió en un auténtico centro de
peregrinación para celebridades de todo tipo que querían conocer en persona a
Dalí; Gabriel García Márquez, Richard Hamilton o Mick Jagger fueron entre
otros, algunos de los que compartieron mesa y botella de cava con el pintor y
años más tarde, Melanie Griffith, Carlos Santana, Keith Richards o George
Harrison también quisieron visitar este local cuyo logotipo fue precisamente un
regalo de Dalí a Pogany en recuerdo de la amistad con su padre.
Si bien Salvador Dalí es reconocido universalmente como uno
de los más grandes artistas de la historia, quizá por su carácter irreductible
a cualquier tipo de convencionalismo, fue contradictorio e incoherente, sobre
todo en lo relativo a sus convicciones políticas. En los años 20 y 30, en su
época de adhesión militante al surrealismo, se posiciónó claramente en la
izquierda y aunque nunca fue militante, apoyó a los partidos y sindicatos
comunistas y anarquistas. Incluso uno de los más destacados políticos
republicanos de Catalunya y Consejero de la Generalitat, Jaume Miravitlles,
declaró en la película documental de Jaime Camino sobre la Guerra Civil La Vieja Memoria lo siguiente: “A finales de 1936 recibí una carta de
Salvador Dalí, que no sé si querrá que se sepa, pero es cierto: en la carta me
aseguró que se adhería a la República y a la Generalitat, y que de hecho,
quería volver a Barcelona para ser el “organizador de la irracionalidad de la
vida cotidiana”. Muy surrealista y muy daliniano, ¿no? Pero sin embargo le
dije: “Mira, más irracional que es ahora mismo nunca lo podrías hacer, así que
quédate tranquilo en París y no te muevas de allí”.
Sin embargo en 1949 Dalí regresó a Catalunya y desde
entonces, bien por oportunismo, por conveniencia o por resentimiento con los
surrealistas con los que se había enfrentado y que eran en su mayoria de
izquierdas, o hasta incluso por unos celos enfermizos e invencibles hacia el
primer marido de Gala, el intelectual y escritor comunista Paul Elouard, Dalí
se mostró sin ambages anti-comunista y partidario del régimen franquista.
Sin embargo, siempre se refirió al asesinato de Federico
García Lorca como “un crimen perpetrado
por el ejército salvaje de un pueblo salvaje” y en 1974, cuando el Secretario General del Partido
Comunista Rumano y Presidente del Consejo de Estado, Nicolae Ceaucescu fue
elegido por la Asamblea Nacional Presidente de la República Socialista de
Rumania, Salvador Dalí le mandó un telegrama de felicitación y se refirió
públicamente a Ceaucescu como un “dirigente brillante, valiente y digno”, se
dice que porque le encantó el hecho de que uno de los símbolos de autoridad
como presidente que le entregaron fue un cetro, hecho que entusiasmó al pintor.
El gobierno comunista rumano invito en numerosas ocasiones a Dalí a visitar
Rumanía desde entonces, pero éste finalmente nunca acudió aunque siempre
expresó su simpatía por el presidente Ceaucescu.
Desde los sinfónico-progresivos norteamericanos Dali´s
Dilemma, cuyo nombre es toda una declaración de principios, a todos los gruppos
que se han inspirado en sus pinturas, locuras y excentricidades, el mundo
onírico e irreal de Dalí es quizá de los que ha dejado una huella más profunda
en muchos grandes del rock. Artista tan innovador, original y fascinante como esperpéntico,
narcisista, megalómano en lo humano, y con toda seguridad, de una estatura muy
inferior en ese sentido a la de su genio artístico. Pero su obra, inmortal, es
ya patrimonio de la humanidad, y en este 25 aniversario de su fallecimiento, y
dado que prácticamente nadie lo hará, que quede al menos desde este blog constancia
de que el rock formó a ciertos niveles parte de su vida, de su mundo creativo y
de su inspiración artística.
El rock, arte, sentimiento, cultura y expresión ya totalmente
propia de la historia contemporánea, también ha hecho esta contribución al arte
contemporáneo a través de Salvador Dalí.
2 comentarios:
Excelente. Como todo lo que haces, amigo Mariano. Se aprende mucho contigo y tus escritos.
Me ha parecido excelente la investigación, Mariano. Podría compartir en una página de poetas esto que escribiste...? Es para la sección de surrealistas. Encontré tu magnífico escrito buscando la relación posible entre Dalí y Pink Floyd.
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