martes, 27 de noviembre de 2012

LOS LUNES, POESIA: RAFAEL ALBERTI



Gaditano universal, enamorado del mar, poeta de lo excelso y de lo cotidiano, de los Angeles y de los demonios, poeta de la calle, revolucionario, antifascista combatiente, divinamente humano, cantor de las pasones… es Rafael Alberti, uno de mis poetas favoritos. Siempre recordaré aquella tarde-noche de febrero de 1989 en que acudí a un acto-homenaje por el aniversario de la muerte de Antonio Machado en el Círculo de Lectores, y le pude saludar en persona junto a Benjamín Prado, otro dylaniano y fantasioso constructor de versos…
 Os dejo algunos de sus poemas más inspirados para mi, que siempre me gusta volver a leer y que espero os estremezcan como a mi me estremecen

EL ALBA DENOMINADORA

    A embestidas suaves y rosas, la madrugada te iba poniendo nombres:
Sueño equivocado, Ángel sin salida, Mentira de lluvia en bosque.
    Al lindero de mi alma, que recuerda los ríos,
indecisa, dudó, inmóvil:
¿Vertida estrella, Confusa luz en llanto, Cristal sin voces?
    No.
Error de nieve en agua, tu nombre.

LOS ÁNGELES MUERTOS

   Buscad, buscadlos:
en el insomnio de las cañerías olvidadas,
en los cauces interrumpidos por el silencio de las basuras.
No lejos de los charcos incapaces de guardar una nube,
unos ojos perdidos,
una sortija rota
o una estrella pisoteada.
   Porque yo los he visto:
en esos escombros momentáneos que aparecen en las neblinas.
Porque yo los he tocado:
en el destierro de un ladrillo difunto,
venido a la nada desde una torre o un carro.
Nunca más allá de las chimeneas que se derrumban,
ni de esas hojas tenaces que se estampan en los zapatos.
   En todo esto.
Más en esas astillas vagabundas que se consumen sin fuego,
en esas ausencias hundidas que sufren los muebles desvencijados,
no a mucha distancia de los nombres y signos que se enfrían en las paredes.
   Buscad, buscadlos:
debajo de la gota de cera que sepulta la palabra de un libro
o la firma de uno de esos rincones de cartas
que trae rodando el polvo.
Cerca del casco perdido de una botella,
de una suela extraviada en la nieve,
de una navaja de afeitar abandonada al borde de un precipicio.

domingo, 4 de noviembre de 2012

HABLANDO CON MI CEREBRO… Y DIALOGANDO CON TUS DEMONIOS


Hoy quiero hablarte. A ti, que puedes ser un ser querido, u odiado, una ensoñación o un personaje de novela inventado, leído, imaginado o una excusa para empezar un diálogo con mi cerebro.
Hablando con mi cerebro… ahora que recuerdo, era una gran canción de Reincidentes, aunque sin que sirva de precedente, no es esta una entrada relacionada con la música, es solo un recuerdo que me ha venido al hilo de lo que me pasa por la cabeza un sábado de madrugada, en silencio y pensando en otras cosas.
Estoy seguro que muchos de vosotros habeis compartido esta misma sensación. La de que querer decir decir, explicar, expresar, cosas que quizá en en el momento preciso no nos parecieron apropiadas, ni adecuadas, ni siquiera a lo mejor necesarias, cuando quizá quien estaba delante de nosotros estaba necesitando escucharlas… mucho más que nosotros decirlas.
 Vale, ya sé que ahora, ni vale de mucho decirlas, porque nadie nos escucha, ni porque aunque quien estuviera junto a nosotros en aquel momento, ya no necesitaría escucharlas.  Pero…   
… pienso que nunca es tarde para que al menos, frente a uno mismo, diga lo que se quedó por decir, aunque solo sea por desahogarse.
 Desahogarse… ¿os fijáis de lo absurdo que es que tengamos que recurrir a un simil relacionado con la asfixia tan solo para dejar salir fuera solo pensamientos,  sensaciones, recuerdos, ensoñaciones, incluso delirios..?
 Una noche como esta, en la que como muchos de vosotros y vosotras, quizá la marchita del fin de semana, el cachondeo, nos sirve de válvula de escape, a mi esa válvula me sirve para que ahora mismo, en la oscuridad –buscada y agradecida de esta habitación, tan solo iluminada ahora por una bombilla de 25 watios- pueda dejar escapar costras ahora convertidas en duendecillos ridículos de los que no dejo de reirme, más aún cuando mi perro, Coko, no deja de  ladrarles mientras los va persiguiendo mientras se difuminan en la noche neblinosa de este Madrid de noviembre de 2012.
 Costras que tuvieron forma de silencios no rotos. Costras en formas de miedos y complejos absurdos que todos dejamos que nos atenacen en forma de convencionalismos, orgullos estupidos mal entendidos, y silencios que nos autoimponemos. (¿A que alguno de vosotros esto os suena, y hasta os parece cercano?)
 Pues bien, en este fin de semana lluvioso y grisáceo, al menos en Madrid, reclamo para mi, tras un mínimo tiempo de descanso y reflexión, y también para vosotros, la decisión de no volver a sentir esta maldita sensación de silencio cobarde, de decirse a si mismo “¿y si hubiera dicho lo que pensaba?” de descargar de la memoria –de nuestra memoria, si, la nuestra- archivos basura que puede que sean muy pequeños, como ocurre con los ordenadores, pero que entorpecen, dificultan y ralentizan el funcionamiento del ordenador que es nuestro cerebro, y por ende, nuestros sentimientos. Y con ello, limpiarnos, despejarnos, y atrevernos, por fin , a ser sinceros.
 Con nosotros mismos y con todos los que nos importan. Decía el Che Guevara que nadie que nunca haya estado enamorado puede ser un revolucionario de corazón.
 Hay que romper los tabúes de lo políticamente correcto, y de lo sentimentalmente correcto (ahora que lo pienso… ¿existe lo sentimentalmente correcto? Pues va a ser que no…)
Yo he empezado a hacerlo esta misma noche, y no os lo niego, con la inestimable ayuda, estímulo y empujón anímico de los Stones (¿de quien sinó?)
 Nadie merece un silencio que a nosotros mismos nos duele. Nosotros no nos merecemos callarnos lo que pensamos, y menos todavía, lo que sentimos. Ni gritar lo que nos duele, ni cantar lo que nos da vida.
 Si empezamos a decir lo que pensamos y lo que sentimos, primero a nosotros mismos, después a quienes nos importan, y después a todo el mundo, sin miedo y sin complejos, no habrá muro que no podamos derribar, ni interior ni exterior.
 No seamos como Pink. Arrojad el televisor por la ventana, si, pero después, escuchad música. No nos encerremos en nuestro miedo.
El primer hombre libre de la historia fue el primero que se atrevió a desobedecer –seguramente a desobecederse a si mismo- y salió de la caverna a conocer el mundo.
 No sé si me entiendes, si me crees o si te importa algo esto que te cuento. Y la verdad, para mi lo realmente importante ahora es difundirlo y compartirlo.
 Cierra los ojos e imagina otro mundo, y cuando vuelvas a abrirlos… lucha y mata, como yo, por el mundo que soñaste.
 Es posible… se puede hacer. Si lo puedes soñar, lo puedes hacer .
Yo lo voy a hacer, sabiendo que pagaré un alto precio.
¿te veré allí?