domingo, 16 de octubre de 2016

BOB DYLAN, EL PREMIO NOBEL Y LAS TELARAÑAS DE UNA CULTURA ULTRACONSERVADORA



 Hace unos días se conoció que la Academia sueca que cada año otorga los premios Nobel en diversas disciplinas, fundamentalmente científicas, pero que también reconoce el valor de otras aportaciones en el campo de la paz o de la literatura, había concedido este año este galardón en el campo de las letras a Bob Dylan.
 Según conocí la noticia, sinceramente me alegré y lo celebré en tanto en cuanto entendí que la Academia, además de reconocer las más que contrastadas calidades literarias de Dylan como letrista y poeta de influencia universal en el último medio siglo, si se quiere indirectamente con este premio venía a reconocer, con medio siglo de retraso, pero al fin y a la postre, venía a reconocer el valor del rock como lenguaje, como cultura que había abierto desde los años 60 otros horizontes de evolución, creación y comunicación y como medio de expresión poética que amalgamaba lo musical con lo literario.
 Y cuya huella es innegable en artistas, músicos, narradores o poetas como Leonard Cohen, Nick Cave, Joan Baez, Pete Seeger, Allen Ginsberg, Bruce Springsteen, Michael McClure, Jimi Hendrix, Lawrence Ferlinghetti, o aquí en España, sin ir más lejos, gente como Paco Ibáñez, Luis Eduardo Aute, Lole y Manuel o el gran poeta Benjamín Prado, solo por mencionar algunos ejemplos.
Sin embargo, y con grande y desagradable sorpresa, me encontré al poco de bucear un poco por las redes opiniones no solamente en contra de tal decisión, sino encendidos e indignados discursos considerando cosas como que la concesión de este premio a Bob Dylan era poco menos que un insulto y una afrenta a la literatura, y que destilaban un malestar y una irritación, sinceramente, incomprensibles para mí. Y no solo en el mundo, llamémosle así, académico o institucional. Hasta gente del mundo del rock se mostraba escandalizada por esta decisión, y en plan de broma tonta, pedían el premio príncipe de Asturias para determinados músicos que no voy a mencionar para no meterme en más charcos de los necesarios.
Vaya por delante que en lo musical, aunque me considero admirador de la figura de Bob Dylan básicamente como creador y como transgresor, como rompedor de moldes y como una figura sin la cual no se puede entender el cambio cultural y los movimientos de rebelión contra el estabilishment del sistema en los años 60 –ciego está quien niegue la influencia del mensaje rupturista de Bob Dylan, sus textos y sus canciones en el Mayo francés de 1968, en la Primavera de Praga checa o en las grandes movilizaciones contra la guerra de Vietnam, por solo citar algunos ejemplos- también soy crítico con el desarrollo que ha tenido musicalmente su carrera, en la cual junto a discos excelentes hay trabajos desinspirados y rutinarios, propios de un músico que en ocasiones pareciera dormirse en su propia grandeza y que en directo desde hace ya muchos años, se muestra como un artista que, sabiéndose encarnación de la historia viva de las últimas décadas, ofrece unas actuaciones que en muchos casos aburren y desagradan en tanto en cuanto muestran a un artista que se coloca a sí mismo por encima del mundo real, consciente de su leyenda y por tanto, deliberadamente lejano del resto de los mortales. Por tanto, lo que querría que quedase claro es que mi defensa de Bob Dylan en este blog no es la de un fan acérrimo, sino la de un crítico que trata, con ecuanimidad, de analizar el significado, para mi enormemente positivo de la concesión de este premio a su figura como artista y como creador, con independencia de otras consideraciones.
 Entre algunos de los paupérrimos argumentos que determinados opositores a esta decisión esgrimen, se encuentra el de que “Bob Dylan no es un escritor, es un cantante”. Bien, esta argumentación podría defenderse si estuviéramos hablando de un mero intérprete, es decir, de alguien que incorpora canciones de otros artistas a sus discos y conciertos pero que no es autor de sus propias letras.
 Y no es este el caso de Bob Dylan. Dylan, en especial a lo largo de los años 60, supo traducir y reflejar el descontento, el ansia de cambio, las aspiraciones de toda una generación de cambiar radicalmente la sociedad en canciones cuyo valor fundamental estaba, más allá incluso de su calidad música como tales canciones, en el sentido de sus letras, en el significado que aquella generación les otorgó y que con independencia o no de que se plasmaran en unas canciones, eran textos de una inmensa calidad literaria per sé por cuanto traducían, como siempre hicieron los grandes poetas, el pálpito, el sentir, las inquietudes, aún soterradas a comienzos de los 60, de una generación que quería cambiar la sociedad post-industrial de la segunda mitad del siglo XX, como mínimo, en lo cultural. Como muchos queremos también hacer en este momento histórico.  
 En estos días y mientras escribo este blog, tengo en mis manos la ya antigua y casi desencuadernada y amarillenta, pero valiosísima edición del George Jackson y otras canciones de Dylan publicado en los años 70  -¡cuantos tesoros literarios encontré hace no tanto en la mítica cuesta de Moyano de Madrid, ese paradisíaco universo callejero y popular para quienes amamos los libros en Madrid! - por la editorial de poesía Visor, y releyendo esos poemas escritos entre finales de los años 60 y comienzos de los 70 cargados de sentimiento, realidad, irrealidad también y sobre todo, de compromiso, de denuncia, de rebeldía, reconozco al mejor Bob Dylan, tanto en vinilo como sobre el papel.
“George Jackson
Los guardianes de la prisión le maldecían
Mientras le vigilaban desde lo alto
Pero tenían miedo de su poder
Estaban asustados de su amor
Oh, dios, Oh, señor, han matado a George Jackson
Dios, le han enterrado bajo tierra.
Algunas veces pienso que este mundo
No es más que un gran patio de prisión
Algunos somos presos
Los otros somos guardianes”

Los guardianes, los perros de presa del poder, los vigilantes, ¿qué temían de George Jackson? ¿Su agresividad? ¿Su combatividad? No… lo que más temían era su capacidad de amar. Su amor. El amor, el arma más revolucionaria que existe junto al libro y al fusil. El amor, la generosidad, la entrega, la convicción firme de que la ilusión, la sonrisa, la cultura, es lo que provoca más miedo al poder, y así lo estamos viendo día a día, sin ir más lejos en la política española. Y hace más de cuarenta años, Bob Dylan supo expresarlo en esta letra, como siempre adelantándose a su tiempo.
 Exactamente igual que cuando el 25 de julio de 1965 Bob Dylan se subió al escenario del Festival de folk de Newport y ante el mismo público que le vitoreó en las ediciones anteriores de 1963 y 1964, tocó ROCK, rock eléctrico, fuerte y vibrante, casi proto-heavymetal llevando en su banda a talentos como el guitarrista de la Paul Butterfield Blues Band Mike Bloomfield –un genio maldito del blues, cuya figura debería ser mucho más reivindicada-  o el magnífico teclista Al Kooper. Dylan, consciente de que el rock iba a ser la nueva música de aquella generación, de que el rock iba a llevar un mensaje de revolución mucho más lejos que el folk tradicional, electrificó su mensaje para dotarle de fuerza, de energía y para envolver el mensaje de sus revolucionarias letras de un sonido que conectase con las ansias de rebeldía de quienes querían echarse a las calles a luchar por cambiar el mundo. Como bien dijo un gran pensador, político y revolucionario chino, Mao Tse-Tung, “la acción no debe ser una reacción, debe ser una creación”.
 ¿Cuál es, a mi juicio, el gran problema que subyace en esta, al menos para mí, absurda polémica? Pues un problema cultural de base que desde quienes trabajamos en el ámbito de la cultura, bien sea en el teatro, la narrativa, la poesía o cualquier otro ámbito, entiendo que debemos tratar de erradicar: la consideración ultraconservadora de la concepción de la cultura en compartimentos estancos, es decir, en disciplinas que tienen sus soportes, su idiosincrasia, sus medios de expresión y comunicación propios y en los que el contacto con otras disciplinas se admite como experimento, si se quiere hasta como boutade, pero que se desprecia en el fondo porque ello supone cuestionar los estándares culturales tradicionales en los cuales se ha acomodado una mentalidad, e incluso un estabilishment que aunque pueda no ser conservador en lo político o ideológico, lo es, y profundamente en tanto que en casos como el de Dylan, desprecia el valor literario de sus textos y de su poesía simplemente porque han sido transmitidas a través de la música.
 Es decir, mantiene por un prejuicio academicista propio de esa concepción de la cultura como compartimentos estancos, opuesta a una concepción de la cultura multidisciplinar y en constante evolución –como corresponde a una mentalidad conservadora y retrógrada- la negativa al reconocimiento como literatura a las letras de las canciones, máxime cuando son canciones asociadas a una cultura como es la de la cultura rock, que si bien en ocasiones pareciera domesticada y mercantilizada, sigue poseyendo un potencial de rebeldía que obviamente, asusta a determinadas mentalidades.
 Preguntaría a muchos de los que mantienen la tesis de que Bob Dylan no es un literato alguna de estas cuestiones: El Drácula de Bram Stoker, por ejemplo ¿dejó de ser literatura cuando se llevó al teatro o al cine o al musical? El Tommy de los Who ¿dejó de ser rock cuando Ken Russell lo llevó a la gran pantalla? ¿Ha dejado de ser Cervantes literatura porque cientos de rapperos hayan llevado sus textos al hip-hop en los frecuentes certámenes, como el de Alcalá de Henares, de rappeo de sus textos? ¿dejó de ser poesía García Lorca cuando los granadinos 091 llevaron al rock sus poemas, o cuando Serrat hizo lo propio con Antonio Machado o Miguel Hernández?
 Frente a una visión de la cultura academicista, reservada a determinadas élites, como un patrimonio que solo una casta privilegiada debería teóricamente gestionar, entiendo que hoy más que nunca debemos luchar por una cultura que se desarrolle en libertad, con un permanente contacto y mestizaje entre diferentes disciplinas y tendencias, lo cual será a mi juicio lo que favorezca su crecimiento, y por tanto, su valiosa aportación a la sociedad que queremos construir, o reconstruir, desde una mentalidad y una visión renovadora y de cambio. Y en ese contexto, considero un importante avance la concesión del Premio Nobel de Literatura a un artista multidisciplinar como Bob Dylan.
 Y esto, ya para terminar, y como escribí en mi muro de Facebook, -aunque esto es una mera opinión personal,  más visceral que otra cosa, lo reconozco- creo que sólo por los siguientes versos, que tanto reflejan la vida de tanta gente de mi generación, merece de sobra cualquier premio o reconocimiento.
“How does it feel / ¿Cómo se siente uno?
To be on your own / siendo solo uno mismo
With no direction home / sin un hogar al que volver
Like a complete unknown / como un completo desconocido
JUST LIKE A ROLLING STONE”
Como dijo Keith Richards en Stripped, simplemente: Thank You, Bob….


domingo, 10 de abril de 2016

VIAJANDO CON LOS ROLLING STONES: LA HABANA, CUBA


Miercoles 23 de marzo de 2016, Madrid, 23.40 de la noche.
Han sido semanas frenéticas, de nervios, de hacer mil y una gestiones, pero ahora ya... sólo es cuestión de horas. Ya he terminado de hacer la maleta, he sacado a pasear a Coko, he bajado la basura, he vuelto a comprobar los horarios del vuelo, el visado de entrada a Cuba, a imprimir el billete electrónico, y ya, frente a una noche fresca todavía a pesar de que hemos inaugurado la primavera, me siento con tranquilidad, me sirvo un whisky y me relajo escuchando “It´s Only Rock´n´Roll”. Y una vez más, igual que en aquella noche de julio de 2013 en la que consegui a última hora ir a ver a los Stones a Hyde Park, Keith me mira desde las fotos suyas que hay en mi estudio, se sonríe y me dice: “¿lo ves, pequeño capullo? Al final te vienes a La Habana con nosotros...¿cómo te lo ibas a perder?”

El jefe, como siempre, tiene razón.

Ya en la cama, no dejan de venir a mi mente todos los conciertos de los Stones que he visto, los recuerdos, las canciones... para mi, ir a cualquier concierto del grupo es siempre una experiencia que me estremece y me pone de los nervios, pero esta vez es algo mucho más especial. Voy a ver a los Stones en Cuba, la patria de Martí, de Fidel, de Ché Guevara, un país por el que siento una inmensa admiración, con el que tengo lejanos lazos familiares y cuya revolución, con sus luces y sus sombras, siempre he defendido frente a los discursos de la derecha más reaccionaria y pro-imperialista. Un concierto que es un evento histórico, por cuanto será el primer concierto gratuito que los Rolling Stones hacen desde 1969, se preveé una asistencia cercana al millón de espectadores y va a marcar, sin duda alguna, un antes y un después en la historia cultural de Cuba.

Jueves 24 de marzo, 12,35 de la mañana
En un aeropuerto de Barajas menos concurrido de lo que esperaba siendo mañana de jueves santo, con relativa rapidez facturo mi equipaje, paso los controles de seguridad y me sitúo frente a la puerta de embarque del avión. Ya empiezo a ver por allí algunas camisetas con la lengua de los Stones y a pesar de que faltan más de 24 horas para que empiece el concierto, en esa espera antes de embarcar, empiezan los nervios. La maldita puerta de embarque parece que no va a abrirse nunca, y cuando por fin se abre, soy el primero en entrar en el avión. Esa misma sensación de frio por el estómago se produce cuando nueve horas después, aterrizo en La Habana.
A mi llegada, me encuentro con quienes van a ser mis anfitriones durante mi estancia en la isla. Me espera a la salida de la terminal de llegadas Pavel Reyes, con Pedro Rossel y su mujer, con los cuales a raíz de esta vivencia ha surgido una amistad muy sincera y muy estrecha. Esta noche, por los nervios y el cansancio acumulado de las largas horas de viaje sí que dormiré del tirón casi seis horas, hasta que suene el móvil y nos dirijamos hacia la Ciudad Deportiva de La Habana.

Viernes 25 de marzo, La Habana, 6,15 de la mañana
Esta empezando a amanecer en La Habana. Salto como un resorte de la cama, una rápida y refrescante ducha -el calor en la ciudad, incluso a esta hora es intenso- y pasado un rato, llega el coche de Pedro y en aproximadamente media hora, ya estamos allí y para mi sorpresa, hay aún relativamente poca gente frente a las puertas de acceso.

Bajo un sol de justicia que afortunadamente remitirá ya entrada la tarde, el ambiente que se vive en la cola es muy parecido al de las ocasiones habituales, e incluso entre muchos de los extranjeros que acuden, me parece reconocer caras -sobre todo de un grupo de holandeses- que recuerdo de Wembley en el 99. Incluso una veterana fan alemana, dice reconocerme y acordarse de cuando coincidimos en el concierto de Barcelona en 2003 y de Madrid en 2007. Mexicanos, colombianos, norteamericanos, argentinos, peruanos, también españoles como mi irredenta amiga María Pérez Arenas, veterana stoniana “enferma” de los Stones como yo, catalanes como mi gran colega Jordi Güell, con el que coincidiré unos días mas tarde en el Hotel Nacional, y por supuesto, cubanos. Cubanos que lucen orgullosos su bandera y que como yo, estan viviendo un sueño que se esta haciendo realidad. Y todos compartiendo bebidas, comida, anécdotas, en un ambiente de emoción contenida, de fiesta, de alegría, de colorido realmente sensacional.
A mediodía se abren las puertas. Como siempre, corro despavorido en medio del caos más absoluto y consigo llegar a una segunda fila que es casi como la primera, pues me coloco detrás de una “mamita” -en Cuba se llama “mamitas” a las mujeres más mayores- de poca estatura, que me permitirá agarrarme a la barra y ver el concierto escasamente a ocho metros del escenario.
Siete horas de espera por delante que se amenizan con una selección de conciertos, documentales y video clips de los Stones que recorren todas las épocas, desde las primeras grabaciones en televisión en blanco y negro de los años 60 a los primeros clips de los 70 pasando por fragmentos de shows de sus últimas giras. Calor, humedad, espera... pero con el buen humor, la espontaneidad y la alegría de los cubanos, que ayudan a hacer mucho más llevadera la espera.
Empieza a caer la noche... el ritual sigue su curso habitual y el stage-manager hace las últimas comprobaciones. Se descubre la batería Gretsch de Charlie, se prueba la Telecaster de Keith. Se ve deambular por el escenario a quienes colocan los set-lists, se encienden las luces del escenario. Ya son las 20,30, y el corazón ya empieza a acelerarse.

Ya están ahí.

Pasados unos minutos, el stage manager levanta un dedo hacia arriba hacia la mesa de sonido, se marcha y el escenario queda completamente vacío. Ahora ya sí. Ya es solo cuestión de minutos. Os aseguro que recuerdo esos minutos y se me vuelve a poner el corazón a mil pulsaciones.

20,37 de la noche. Se apagan las luces y en la inmensa pantalla que corona el escenario se enciende en medio de una ovación ensordecedora, se empieza a proyectar el montaje de video que se ha preparado expresamente para este concierto, intercalando imágenes de La Habana y del grupo, culminando con una voz que recuperando la vieja costumbre de Bill Graham en las giras de los 70, exclama por la PA: “Ladies And Gentlemen... The Rolling Stones!” y Keith Richards aparece, enérgico, decidido y con una inmensa sonrisa en su cuarteado rostro golpeando el riff de “Jumpin' Jack Flash”.
¡La Habana tiembla! Más de 400.000 personas, desbordadas de emoción, empiezan a saltar como locos y a gritar I was born in a crossfire hurricane...! con un Mick Jagger que haciendo como siempre un inmenso despliegue de facultades físicas, empieza a recorrer el escenario de punta a punta.

Así fue el concierto tema por tema

JUMPIN´JACK FLASH
Muchas veces el tema con el que los Stones abren da la temperatura de lo que va a ser o puede ser el concierto, y con este demoledor “Jumpin´Jack Flash”, que corta como una cuchilla y que suena que atruena es el que da la medida de lo que va a ser el show. El concierto va a ser sensacional, los Stones se van a dejar la piel, van a sonar fuertes y frescos y este tema es solo la primera ración. Vibrante, poderoso, es un comienzo perfecto para esta histórica noche.

IT´S ONLY ROCK´N´ROLL
Arrancado el motor a toda potencia, los Stones meten la directa. “It´s Only Rock´n´Roll” es otro trallazo lleno de energía, que suena muy endurecido con respecto a las últimas veces que se lo he escuchado en directo y en el que Mick Jagger, además de seguir movíéndose con la vitalidad que le caracteriza, canta este tema casi como si fuera un cantante de Hard Rock. Charlie incluso creo que acelera el tema sobre todo en la parte final, y de nuevo las guitarras de Keith y Ronnie son pura dinamita.

TUMBLING DICE
Sin darse ni un segundo de respiro, esta joya del Exile On Main Street de 1972 es la tercera en sonar, igual que las otras dos a un ritmo trepidante. Suena compacta, fuerte, los coros de voz revisten la canción de una belleza sin precedentes y en este tema la banda se muestra sólida como una roca.

OUT OF CONTROL
¡Buenas noches, mi gente de Cuba!” exclama un Mick Jagger que apenas usará el inglés durante el concierto para dirigirse al público y que en un cada vez más depurado castellano pregunta al público “¿Lo están pasando bien?” antes de atacar un tema en el que bajan un poco el pie del acelerador con respecto a la incontenible potencia inicial, aunque no obstante, a medida que avanza el tema, el grupo le va imprimiendo más fuerza. En esta canción siempre destaca el perfecto tándem que forman en la base de ritmo Charlie Watts y Darryl Jones, así como una vez más, Mick Jagger. Baila, se contorsiona, corre, salta... es increíble pensar que tiene 72 años y que conserva la misma energía y la misma forma física que cuando era un veinteañero. En “Out Of Control”, vuelve a brillar con luz propia.

ALL DOWN THE LINE
¡Wuau! Cuando suena el riff de este intenso rock nuevamente de la cosecha Exile... doy un salto que casi caigo al otro lado de la barrera de seguridad. No es un clásico, pero es de mis temas favoritos y siempre lo disfruto en directo muchísimo. Aunque le han bajado un punto la velocidad, suena magnífico y en esta ocasión se luce especialmente la sección de viento junto a un Keith Richards que se marca en este “All Down The Line” un solo de guitarra formidable. Antes de emperzar esta canción, Mick se dirigió al público diciendo: “Sabemos que hace tiempo atrás era difícil escuchar nuestra música aquí, pero los tiempos están cambiando... ¡Y aquí estamos, tocando para ustedes!” y obviamente, la gente estalla en ovaciones y aplausos. Si bien desde hace ya muchos años el rock en Cuba es un estilo musical plenamente desarrollado y muy popular entre la gente joven, -incluso existe una agencia estatal de rock- en los años 60 se consideraba erróneamente por parte de las autoridades que el rock era un estilo de música “contrarrevolucionaria” y además de no estar permitido ni en la radio ni en la televisión, obviamente poder adquirir discos de los Stones en la isla era poco menos que una quimera.

ANGIE
Esta canción es para los cubanos románticos” señala Mick Jagger pocos segundos antes de que Keith tome la acústica y haga sonar los primeros acordes de “Angie”. Momento como siempre, muy emotivo y en el que disfrutamos otra cara de los Stones. Una vez más, me viene a la memoria el histórico “Angie” de 1982 en el Vicente Calderón de Madrid, la primera vez que pude ver en directo a la banda.

PAINT IT BLACK
Anoche estuvimos en la embajada británica en una recepción, bebimos whisky y comimos fish and chips” -dice Mick poniendo un gesto de desagrado al terminar la frase- “pero después hemos ido a comer arroz con frijoles y a bailar rumba cubana a la Casa de la Música” y en medio de otra gran ovación, suena “Paint It Black”, que será la única pieza de la noche que no será especialmente celebrada al sufrir Keith diversos problemas técnicos con su guitarra. La banda le echa ganas, la gente se vuelva loca con la canción, pero el sonido esta vez no le hace justicia.

HONKY TONK WOMEN
Solucionados los problemas de Keith, suena un “Honky Tonk Women” que exactamente igual que en junio de 2014 en Madrid, es con diferencia de las mejores de toda la noche ¡Qué fuerza, qué solidez, qué intensidad! Últimamente estan haciendo versiones de esta canción muy endurecidas, igual que con “It´s Only Rock´n´Roll”, y esta vez, vuelve a ser sencillamente sensacional. El concierto esta siendo impresionante, espectacular, la felicidad en los rostros de los cubanos que tengo cerca de mi, sus expresiones, la forma en la que cantan las canciones, es pura magia y los Stones lo están percibiendo. Además de hacer la actuación con la profesionalidad que es habitual en ellos, se nota también en sus caras, en sus miradas, en sus sonrisas, incluso en la pegada que le están dando a cada canción que esa magia tambien se está apoderando del escenario. Este concierto es algo especial.

YOU GOT THE SILVER
Llegamos al ecuador del show, el momento en el que Mick presenta a la banda. Esa sensación de fiesta única e irrepetible se vive cuando anuncia en la batería a Charlie “Ché” Watts y un “revolutionary Ronnie”, que se da su particular baño de masas en la pasarela, bailando y bromeando con la gente de las primeras filas antes de que Mick exclame: “on guitar... Keith Richards”, ambos choquen los puños y Keith, visiblemente emocionado, se acerque al micro y responda: “...y nosotros somos los Rolling Stones ¡Cielos! ¿no es asombroso?” y os aseguro que se le quebró la voz. Y de nuevo, el riff humano, el jefe, el puto jefe vuelva a arrancarme lágrimas de pura emoción con un blues intenso, desbordante de sentimiento, que suena de maravilla.

BEFORE THEY MAKE ME RUN
Aquí la banda ataca de nuevo un tema en el que el concierto va recuperando el ritmo más acelerado, y donde Keith esta sensacional, muy sólido, cantando a la perfección y tocando con una crudeza y una dureza arrebatadoras. Si bien, por efecto de la medicación que estaba tomando en la parte final del A Bigger Bang Tour -y puede que por algún bourbon de más- hubo algunos shows en los que a Keith no se le acababa de ver realmente bien en la actuación, ahora estamos ante un Keith incluso en mucha mejor forma física, que llena el escenario con su personalidad y que está como nunca.
MIDNIGHT RAMBLER
¡BESTIAL! No cabe otro calificativo para intentar describir lo que fue una vez más, la fabulosa versión de este clásico de 1969 que desde el momento en el que Keith atacó el riff de guitarra, puso de nuevo a todo el recinto como si de un volcán en erupción se tratase. 17 largos minutos en los que Mick Jagger domina la inmensa marea humana de medio millón de personas de manera casi podría decirse que hipnótica. Y como siempre en el acelerón final, Charlie Watts dispara al grupo a toda velocidad, los fabulosos solos de Keith y Ronnie, como si de una pareja de guitarristas de Heavy Metal se tratasen, atruenan de tal manera que todo el público les ovaciona entusiasmados. Sencillamente, increíble. Impresionante.

MISS YOU
Después de semejante orgasmo, el grupo, creo que conscientemente, baja las revoluciones y “Miss You”, aunque suena fresca y sobre todo, con ese groove tan singular que Darryl Jones le proporciona desde su penetrante bajo, vuelve a ser el fondo de una nueva exhibición de poderío físico de Mick Jagger. Baila por toda la pasarela, recorre el escenario, vacila con Sasha Allen... excelente.

GIMMIE SHELTER
Ponerse en los zapatos de una cantante del carisma, la voz y la experiencia de Lisa Fischer, que en este tour no ha podido acompañar al grupo es un reto difícil de sacar adelante para cualquier cantante que se lo proponga, y por tanto, en esta canción me quiero detener en la excelente interpretación de Sasha Allen. Además de personalidad propia y carácter encima del escenario, tiene una voz realmente portentosa, y cuando cantó, dejándose literalmente la garganta las partes más altas de “Gimmie Shelter”, por supuesto bien apoyada por toda la banda, nos puso la piel de gallina a todos. Demostró sobradamente porqué está con los Stones.

START ME UP
Sin duda, era una de las canciones más conocidas de la banda en Cuba, pues en cuanto sonó su conocidísimo riff, me tuve que sujetar fuerte a la barra para no ser llevado en volandas por la multitud en movimiento. Estamos entrando ya en esa siempre vertiginosa recta final, y la banda regala un “Start Me Up” demoledor en el que Ronnie se recorre todo el escenario y es quien asume el protagonismo.

SYMPATHY FOR THE DEVIL
Además del espectacular montaje de imágenes que las pantallas muestran para dar el fondo visual a esta canción, el ritmo en lo musical no desciende ni un ápice. Fuertes, compactos, sólidos, los Stones descargan un “Sympathy...” excelente.

BROWN SUGAR
Gracias Cuba, por todo lo que han dado a la música”, así es como Mick empieza a despedirse del público antes de que se de la anécdota de la noche. ¡Pocas veces he visto a los Stones empezar un tema de forma tan desastrosa! Keith se equivoca totalmente al entrar y hasta que entre todos recomponen la situación, hay un momento de caos por otra parte muy stoniano, -¿Os acordais del “She´s So Cold” de Madrid en 2007?- pero... ¿que importa? La gente se engancha disfrutando de los últimos momentos de esta inmensa fiesta y a pesar de ese comienzo, “Brown Sugar” es otro temazo que suena con una fuerza tremenda y que hace a la banda sentirse en otro planeta. “¡Ustedes están en talla!” afirma Mick ¡por supuesto que sí!

YOU CAN´T ALWAYS GET WHAT YOU WANT
Tocado con una boina de guerrillero de la Sierra Maestra, Mick vuelve al escenario junto al resto de los Stones para hacer una canción en la que brilla con luz propia el coro Entrevoces, que interpretan esta siempre emotiva canción con una sensibilidad, un gusto y una entrega maravillosos. No puedo olvidar en este momento, a mi amigo, a mi maestro stoniano Jordi Tardá, que siempre me dijo que el día de su fallecimiento quería que esta fuera la canción que sonase en su funeral. Le recordé y pensé mucho en él mientras “sus” Stones, nuestros Stones hacían “You Can´t Always Get What You Want” en una noche en La Habana en la que reinaba una impresionante luna llena, como la que brilló el 11 de junio de 1976 en aquel primer concierto que hicieron en Barcelona y tanto marcó la vida de mi querido amigo Jordi.

(I CAN´T GET NO) SATISFACTION
Es el final, y el final va a ser el apoteósis total. Igual que en Argentina, la locura más desatada se apodera de todo el público y las voces de toda la nación stone cubana llegan a tapar a los propios Stones, porque la pasión aquí literalemte se desborda. El grupo la alarga unos cuantos minutos, la endurece, la acelera, hasta que llega el fin.

La banda se reune al terminar este “Satisfaction” y saluda al público desde el centro del escenario. Una vez más, los Stones me han hecho vivir un momento que no olvidaré jamás.

El sueño se ha hecho realidad. Los Rolling Stones han tocado gratis para cerca de medio millón de personas en La Habana, Cuba. Y cuando Mick, Keith, Charlie y Ronnie se acercan para saludar al público desde el centro del escenario, están siendo plenamente conscientes de que han hecho historia.

No hay fuegos artificiales esta vez. Simplemente, las luces de la Ciudad Deportiva se vuelven a encender y la inmensa multitud, poco a poco, sin que haya habido un solo incidente, ni una sola detención, todo el mundo feliz y satisfecho de haber podido presenciar un acontecimiento como este, incluso con los agentes de policía en todo momento amables, colaborando en todo y sin ningun gesto de desconfianza ni de hostilidad, va disgregándose por La Habana. Una ciudad que ha vivido una noche histórica.
Una conclusión que he compartido y comparto con mucha de la gente que estuvo allí: Lo que Cuba ha vivido, lo que los Stones han vivido, lo que la música ha vivido esa noche del 25 de marzo de 2016 será algo que nunca, nunca olvidaremos. Al escribir esta entrada en el blog, cuando vuelvo a recordar toda la emoción vivida, se me vuelve a hacer un nudo en la garganta.

Tras el concierto, me he quedado unos días en La Habana. Una ciudad única en el mundo, la capital de la Cuba Socialista y Revolucionaria que tantos sentimientos, emociones, aspiraciones e inquietudes me evoca. Y no quiero dejar de narraros, ya desde un punto de vista si queréis más personal mi reencuentro con ese fascinante, surrealista, siempre sorprendente y siempre maravillloso mundo que encierra esa mágica isla.
En ese aspecto, lo mejor de Cuba, su pueblo, su gente. Lo mejor con diferencia, no solo mis amigos y hermanos Pavel, Pedro, Guillermo y toda la fantástica gente con la que compartí estos días, sino esa generosidad innata en los cubanos de a pie, los cubanos con los que esperaba la guagua en la calle 23 para ir a la Habana vieja o con los que hacía cola en un mercado para comprar carne o pan. Esa capacidad de compartir, de darse a los demás, esa alegría de vivir, esas charlas arrebatadoras que en cualquier terraza se montan en torno a un café y un ron -o a una cerveza “Cristal” al medidodía, cuando pega fuerte el sol, que es mi cerveza cubana favorita-, esa música, sea rumba cubana, son, jazz, rock, trova, soul, boleros. Esa música que inunda todas las calles de la ciudad... la explosión de colorido, de contrastes, de situaciones insólitas que no se dan en ningún otro lugar del mundo salvo en Cuba. Inolvidable visita al Submarino Amarillo, un fantástico club de rock que ya nos gustaría que hubiera muchos como él en varias ciudades españolas, y por supuesto, de nuevo el tributo a John Lennon visitando la estatus del parque que lleva su nombre, así como otros inevitables lugares: El Floridita, La Bodeguita, el Malecón, la Casa de la Música... pero tambien La Habana no para turistas, La Habana real, el maravilloso e indescifrable laberinto de calles entre Amargura, Brasil, Empedrado, el barrio obrero y revolucionario de San Lázaro, la Avenida Salvador Allende, el Puerto...

Cuba vive políticamente un momento muy especial. La mejora de las relaciones con Estados Unidos, al menos momentáneamente, el posible levantamiento del bloqueo y con ello, la mejora del poder adquisitivo general de la población, que es el problema que más preocupa a los cubanos, no parece una quimera ni es percibido así por el pueblo cubano. Existe incertidumbre sobre el futuro, pero también mucha ilusión. Y desde luego, nadie en Cuba está pensando en que vuelva a implantarse un capitalismo como el que históricamente ha mantenido a America Latina en el subdesarrollo y el neocolonialismo. El cubano medio es crítico con aquellos aspectos de la Revolución que no funcionan bien, y lo expresa libre y claramente, pero no se plantea de ninguna manera renunciar a todo lo que la Revolución significa.
 En pocas semanas se celebra el nuevo Congreso del Partido Comunista de Cuba, y hay una gran expectación en torno a que deliberaciones se hagan y que medidas emanen de las conclusiones del congreso. En una charla que tuve con algunos militantes del PCC, éstos me aseguran que el Partido es consciente del momento histórico que Cuba vive y de la necesidad de caminar en un nuevo rumbo político y económico, pero sin renunicar nunca a las grandes conquistas de la Revolución en el campo de la sanidad, de la educación, de la cultura, algo que es un verdadero patrimonio de la humanidad y de lo que que se sienten orgullosos la inmensa mayoria de los cubanos.  

 En un articulo publicado en el diario Granma de Fidel, titulado “El Hermano Obama”, el comandante deja claras las cosas: Bien, que el presidente Obama visite Cuba y declare públicamente que Cuba no es un enemigo de los USA, es una magnífica noticia. Que los Rolling Stones hayan regalado a Cuba el espectáculo musical más grande y de mayor calidad que se puede ver en el mundo es otro motivo de alegria y celebración. Pero que nadie piense que ello significa que Cuba va a caer en los brazos del imperialismo o que subrepticiamente Cuba va a caer de nuevo en la sumisión al imperio. Si tuviera que decir, por mi experiencia, cual es el deseo de la mayoria del pueblo, creo que sin temor a equivocarme diría que mejorar económicamente, poder tener más capacidad de consumo, elevar el nivel medio de vida, reducir la burocracia, pero sin renunciar a esas conquistas en materia de educación, seguridad, trabajo, cultura, sanidad, etc. que son un ejemplo para todo el mundo. Y por supuesto, con los gusanos de Miami bien lejos. En Cuba se desprecia diría que de manera unánime, incluso entre quienes son más críticos con la Revolución a quienes se enriquecen, crean lobbys y se hacen millonarios a costa de los sucios intereses políticos de la clase dirigente norteamericana a costa de los problemas de Cuba.

Han pasado ya varios días desde que regresé... y aún sigue Cuba dentro de mi. Una tierra a la que había perdido casi la esperanza de volver, y a la que volví y redescubrí gracias a ellos. Keith, tras la nube de humo de su cigarrillo, vuleve a mirarme, y se ríe con esa ironía tan especial y tan jodida que solo él posee. Jefe, como siempre, tenías razón.

Me levanto, echo más hielo al vaso y me sirvo otro whisky mientras suena de fondo “Casino Boogie” del Exile... y brindo con Keith.

Los Stones, siempre los Stones...