
Si bien el debut de Eric Clapton con Cream quedó indudablemente ensombrecido por las excepcionales obras maestras que le siguieron, ‘Disraeli Gears’ y ‘Wheels Of Fire’, este único disco del fallido proyecto Blind Faith, evolucionada y renovada continuación de Cream en donde Eric Clapton compartía en un nuevo super-grupo protagonismo con Steve Winwood de Traffic, Rick Grech y su ex compañero de la Crema Ginger Baker en la batería, es el alfa y el omega, el único testimonio musical de un grupo que pudo ser grandioso en la historia.
El que fuera primer y último disco de este grupo nunca fue especialmente apreciado, paradójicamente, por ninguno de los músicos que tomaron parte en él. El fracaso de la aventura sin duda debió dejar una sensación de amargura muy grande con relación a este disco, que sin embargo era de una calidad extraordinaria y dejaba ver unas posibilidades magníficas cara a un segundo trabajo y una carrera musical más a largo plazo. Pero por un lado, los managers del grupo no apoyaron con suficiente convicción la idea, y por otro parece ser que las relaciones personales/lucha de egos entre Eric Clapton y Steve Winwood deterioraron mucho la situación interna y las ganas de continuar con el proyecto, que tras un gran concierto inaugural en Hyde Park, una gira por Estados Unidos durante el verano del 69 y unas actuaciones por Escandinavia, desaparecía tan solo 10 meses después de haberse creado. Las ventas más bien pobres del disco en Inglaterra –no así em Estados Unidos, donde fue un impacto de ventas espectacular, llegando a estar en el nº1 de Billboard- tampoco ayudaron a que el grupo se consolidadse.
Musicalmente, vuelvo a insistir, el disco es una auténtica maravilla. Una originalísima mezcla entre Cream y Traffic en el que sobresale el gran trabajo de Jimmy Miller como productor, que ya había empezado a trabajar con los Rolling Stones, y que supo sacar lo mejor del cuarteto tanto en las canciones más rockeras como “Had To Cry Today” o el sensacional experiemento de rock progresivo de “Do What You Like”, una extensa y fabulosa pieza de 15 minutos de duración con uno de los solos de batería más demoledores que se hayan registrado nunca en un estudio de grabación, como en las piezas más tranquilas, caso de la sugerente y cálida “Can´t Find My Way Home”, la pieza más clásica de este discazo, “Presence Of The Lord”, que Clapton siempre ha mantenido en sus conciertos en directo y por supuesto, en la que quedaría para la posteridad como la mejor de todo este álbum piedra angular del rock contemporáneo: la versión de “Well All Right” de Buddy Holly, un clásico de clásicos de la historia del rock.
Este disco es igualmente famoso por su portada. La original, y dentro de una moda que estaba muy en boga en la época, no traía ni título para el disco ni el nombre del grupo, y tan solo mostraba un diseño en el que aparecía una muchacha desnuda sujetando entre sus manos un aeroplano. En Estados Unidos se prohibió la edición del disco con esa portada y se sustituyó por otra –que también fue la que se usó en España en la época del franquismo- en la que aparecía simplemente una fotografía del grupo en blanco y negro. Sobre la chica que apareció en la portada, se corrieron los más extraños e inverosímiles rumores: Desde que se trataba de una hija ilegítima de Ginger Baker a que se trataba de una grupie a la que la banda había poco menos que secuestrado. Tiempo después se supo que era una chica londinense normal y corriente, que posó para Bob Seidemann, el fotógrafo que diseñó la portada, con el consentimiento y aprobación de sus padres.