martes, 11 de mayo de 2010

LOS OJOS Y EL ESPEJO

Cualquier día del calendario, 31 de diciembre, 11 de junio, 26 de mayo, 8 de noviembre o 19 de febrero, tiene asignadas 24 horas de vida en la historia del tiempo, que convencionalmente empiezan y acaban en el umbral de la medianoche. Sin embargo, para mi, y seguramente para mucha más gente, el final, la muerte definitiva de un día, llega cuando por fin, cierro los ojos para no volverlos a abrir en unas (normalmente pocas en estos días) horas y caer en el sueño.
A lo largo de todo un día nuestros ojos registran miles y miles de imágenes. Cielos azules brilantes o grisáceos y plomizos, calles asfaltadas o praderas verdes, cristales llenos de vaho o con gotas resbalando. Habitaciones cotidianas, estancias habituales, paredes, escaleras y ascensores. Periódicos, libros o pantallas de ordenador. Sonrisas cómplices y gestos de desagrado o indiferencia. Vasos con restos de espuma de cerveza, humo añil ascndiendo oloroso y ondulante desde los ceniceros y un manojo de llaves derrotadas sobre una mesa.

Pero existe al final del dia una visión siempre reconfortante, siempre cálida, siempre llena de sensaciones que envuelven, acarician y relajan. Los ojos en el espejo.
No me refiero a ese espejo que suele estar en el lavabo y cuya visión con frecuencia se limita a recordar que a ver cuando nos afeitamos, o que muestra unos ojos cansados, somnolientos y que apenas están aún entreabiertos por las odiosas mañanas. No, hablo de otra clase de espejo.
Hablo del espejo en el rostro de ella. O de él. Hablo de sus ojos, los ojos en los que puedes mirarte, reconocerte y si quieres, perderte.
Los ojos de quien te mira sin querer decir necesariamente algo. Esa mirada en la que te reconoces mucho mejor que en los espejos del lavabo o del ascensor. El espejo de los ojos añorados, soñados o compartidos.
Sus ojos.

Si tienes ese gran privilegio en tu vida, mira profundamente a sus ojos y muestra lo que eres, sientes, respiras y vives. Y si, no cuando apagues la luz y cierres los tuyos en busca de esas pocas horas de descanso, imagina sus ojos.
Dormirás mejor.

5 comentarios:

Xosé Baena dijo...

A propósito de esto, recuerdo unos versos hermosos de un poeta gallego y universal: José Ángel Valente. Unos versos cargados de amor y de la búsqueda de unos ojos que nos reconozcan en lo que somos y en lo que sentimos.

"En el espejo se borró tu imagen.

No te veía cuando me miraba"


¡Saúde, compañeiro!

rosa salleras dijo...

Qué bonita declaración de amor, aunque sea consecuencia de Stones y hierba, qué más da. Espero que tengas ese gran privilegio, y si no lo tienes, es una lástima, porque seguro que el/la propietari@ de esos ojos se sentiría muy feliz de oirse decir este tipo de cosas.

Sigue así,que no decaiga la poesía herbácea.

PS ¿Qué estabas escuchando de los Stones?

Mariano Muniesa dijo...

Hola, Rosa
Uno de mis clásicos: "Let It Bleed" en vinilo prensaje americano del 69.

Xosé Baena dijo...

¡Hay que fastidiarse contigo, Mariano! Así que utilizas el blog para ligar, ¿eh? Y yo recomendándote poetas. Get yer ya-ya´s out, cabronazo!

Mariano Muniesa dijo...

Ja, Ja... no, Xose, no creas que utilizo el blog para ligar, creeme. Y te agradezco mucho tus recomendaciones. ¡Saúde, compañeiro!