domingo, 4 de diciembre de 2011

¿UN POCO DE POESIA? LAS MEDIAS BLANCAS, DE ISLA CORREYERO


Isla Correyero fue una presencia mágica, misteriosa y señorial, a un tiempo que seductora y sorprendente en unas reuniones que allá por los últimos años de la década de los 80, mantuve con un grupo de poetas - o más bien, de aspirantes a- y que como bien decía una amiga mía a la que por cierto, le inspiró un poema casi lésbico- tal era la fascinación que su verbo, su mirada y sus versos causaban en nosotros- presidía desde su suprema estancia de poetisa juegos malabares de palabras, sensaciones, recuerdos y -en mi caso- generosas copas de coñac o dobles de whisky.

Era -y apuesto q que lo sigue siendo- suave, sugerente y sexual. Pero siempre tuve la sensación de que Isla Correyero era un tesoro sin abrir, y un universo poético cuya lectura solo podía estar reservada a quienes ansiaran vivir una experiencia iniciática. Siempre sospeché de ella que ocultaba tras sus ojos rasgados y su elegancia nada afectada, secretos que se adivinaban al calor de su discreto aire de mujer fatal.

Todas mis sospechas y ensoñaciones sobre ella encuentran respuesta en sus maravillosos poemas, que no me canso de leer, y en este caso, de compartir con todos vosotros. Por favor, apagad el móvil, cerrad la puerta, acomodáos y disfrutad de estos versos.

LAS MEDIAS BLANCAS

Tengo unas medias blancas de encaje que me pongo
cuando me visto el traje negro de los recuerdos.
Son unas medias finas, hambrientas de fantasmas
que hacen juego con pájaros interiores, oscuros.

Las piernas, penetradas por estas bocas blancas,
levemente se abren con signos vegetales.
Los hilos amanecen mi piel,
brotan, perdiéndose,
entre los elevados pensamientos más íntimos.

En derredor: imágenes de ocupación pelviana,
soberbias latitudes desde el puente atestiguan
la entraña y las enaguas levantadas al vuelo.

¡Qué holgada está la tela de la falda de flores,
la rodilla suavísima con olor a naranjas!

Por los muslos se agrandan los dibujos henchidos,
son copos invisibles calcinando altas cumbres.
Me infunden sobresaltos, me clavan dulces flechas,
tan finas son las mallas que saltan los engarces
y hasta el ocre desierto los poros me rezuman
feroces destinos, presagios entreabiertos.

Siento flores y manos crecer entre las piernas
y más arriba el musgo
tapando el azulón vellón de la albufera.

No podía ponerme estas medias sabiendo
la gracia que se esconde, generosa en tu boca.
Espomosas persisten, sin causa me rodean,
temibles de tu roce, sin fatiga,
explorando.

2 comentarios:

Jesús dijo...

Sugerente poema. Desconocía a la poetisa. Me ha gustado.
Es curioso, Mariano. El rock siempre levanta debates sobre si está mejor o peor, si es mejor el de los setenta o el de ahora, por poner un ejemplo. Eso es porque el rock mueve una legión de seguidores y según las épocas hay más o menos, se ha movido según modas, aunque siempre tendrá el núcleo fiel de rockeros. En cambio la poesía, al tener un seguimiento en general minoritario, le pasa como al jazz (aunque éste tuvo su edad dorada),no conoce crisis. Le pasa como al Atletic o al Betis, ja,ja ( uno más bien es sevillista), siempre acostumbrados a sufrir.
Me alegra que hayas acercado estos versos.

¡Un saludo!

Pedro dijo...

A mí también me ha gustado. ¿En qué libro está? Y ¿cuál de sus obras recomendarías especialmente?